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En esta ocasión la Capitana del Realejo fue vestida con su espléndido manto de salida de los talleres de García y Poó de Sevilla, y una de sus sayas de Procesión. Enmarcaba el rostro de la Señora un factuoso encaje de Bruselas, de duquesa, con un tocado clásico propio del estilo de esta Imagen, y sobre su cabeza la corona de plata sobredorada de salida de los talleres de Villareal. En su pecho la daga de plata de Hermanos Delgado que le donara su Grupo Joven y en su mano izquierda una hermosa rosa de plata de ley donada por un hermano de esta corporación.
Diversas joyas de oro exornaban el pecherín de la Dolorosa dominica, entre ellas su nombre en oro y esmeraldas y una cruz pectoral. Cinco rosarios completaban esta vestimenta de Reina, en alusión a los cinco Misterios Dolorosos del Rosario de Nuestra Señora, entre ellos el de oro que portaba en su mano izquierda, el de turquesas y oro que le regalo su Hermandad, o el cristal de swarovski que se le trajo del Vaticano. Ceñido a su cintura lucía fajín de general con diversas condecoraciones militares entre las que destacaban la de la Armada Española.
Multitud de fieles pasaron por Santo Domingo en esta hermosa jornada del 6 de Diciembre, que quisieron depositar su beso en la mano de Nuestra Madre del Rosario, para agradecerle de esta forma tantos favores que de su mano recibimos. Un año más el Realejo se hizo mar, y sus olas rompían ante la espadaña de la vieja iglesia dominica, reclamando a su Reina que volverá a navegar por Granada en su buque el próximo Miércoles Santo.
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